14 de diciembre, 2021
La figura del coaching se percibe como la conocemos desde mediados del siglo XX, atribuido al entrenamiento deportivo interpersonal. W.T. Gallwey escribió un libro en 1970 titulado The Inner Game of Tennis, influenciado por su paso por la Universidad de Harvard como entrenador de tenis. Gallwey señalaba que el juego constaba de dos partes: el juego exterior que se hace contra un contrincante y un juego interior, enfocado en la mente del jugador en donde se juega contra obstáculos como la falta de concentración, el nerviosismo, las dudas sobre sí mismo, por poner un ejemplo. El rol del entrenador deportivo atiende a sacar adelante al jugador en estos dos escenarios. Dado el éxito observado en este ámbito, la figura del coach se ha tomado para servir de guía en aspectos personales y profesionales.
Desde entonces ha habido una gran cantidad de pensadores creativos que han ayudado a desarrollar técnicas para cambiar la mente y mejorar el desempeño individual de las personas. Así que uno de los principios fundamentales del coaching profesional en la actualidad tiene el propósito de mantener el equilibrio entre el yo espiritual, mental, físico y emocional como la vía para ser el mejor de uno mismo.
Withmore señala que “El coaching es desbloquear el potencial de una persona para maximizar su propio desempeño. Les está ayudando a aprender en lugar de enseñarles».
En tiempos normales, el papel del coaching es relevante, ya que ayuda a las personas a desbloquear todo su potencial y a lograr muchas de las metas que han soñado alcanzar en su carrera personal y profesional.
Hay ventajas clave del coaching. La mayoría de las personas quieren tener un buen desempeño en su vida personal y el trabajo. Por ejemplo, a nivel personal, Diane Garza, Coach Ejecutiva y CEO de iCatalyze, señala que “el coaching genera un despertar de la conciencia personal y ayuda a sostenerla para desarrollar nuestro potencial; nos ayuda a:
A nivel profesional las personas también pueden beneficiarse de trabajar con un coach, Diane Garza nos comparte:
En esta nueva normalidad con diversos cambios expresados en nuestra vida personal y profesional, la figura de un coach se presume como clave; ya que necesitamos crear o recuperar una estabilidad, gestionar nuestras relaciones sociales, nuestro entorno personal y laboral… a nosotros mismos. Por ejemplo, a nivel profesional la revista Harvard Business Review informó que “la pandemia provocó una falta de claridad sobre los roles del equipo. Las conexiones interpersonales que se desvanecen, junto con cargas de trabajo abrumadoras, están llevando a una baja moral. Estos conductores crean tensiones entre los líderes y sus equipos”. Los líderes deben trabajar más duro para construir un puente entre los miembros remotos del equipo. Necesitan apoyar activamente a los integrantes del equipo. El coaching es un gran apoyo para el desarrollo de las habilidades de liderazgo más importantes para estos tiempos.
A nivel personal, la situación no es diferente, ya que nuestras relaciones sociales se vieron resquebrajadas, el mundo cambió y no todos estuvimos preparados para ello. En este momento y de regreso a “la nueva normalidad” se requiere replantearnos con qué herramientas y en qué escenarios podemos desarrollarnos social, personal y profesionalmente como sucedía previo a la crisis sanitaria, pero remasterizados por haber aprendido de la crisis y acompañados de un profesional.
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